Anatomía de un rodaje (III)

¡Ya tenemos todo el material sobre la mesa! O en discos duros, para ser más exactos. La forma de hacer películas ha cambiado mucho en los últimos años y los metros de celuloide han dado paso a un contenido digital que nos facilita la tarea a la hora de montar. Porque precisamente eso es lo que estamos haciendo ahora con El Proxeneta: destripar cada átomo de rodaje para unirlo todo, para dar sentido a lo que queremos contar. Y no es tarea fácil…

Sin preocuparnos todavía de pulir sonido o darle los toques mágicos que la técnica nos ofrece para hacer un producto más atractivo, lo esencial de todo este proceso es conseguir que el hilo argumental funcione, sea atractivo e interesante; y, por supuesto, que mantenga intacto el objetivo: la denuncia de un delito como la trata de seres humanos con fines de explotación sexual en España. Pero esta vez, por supuesto, contado desde la voz de uno de sus protagonistas, un proxeneta, uno de los amos del negocio en los años 90 y la primera década de 2000, artífice entre muchos del cambio de la tradicional prostitución de mujeres por sus «maridos» hacia la trata más cruel y perversa.

Atrás se quedan las perspectivas de un putero o de una mujer prostituida. Esta vez el protagonista es un hombre que ha tratado a más de 1.700 mujeres. De ahí que haya que tratar con cuidado y delicadeza un tema tan sensible y violento a la vez. Y por eso esta fase de la postproducción es compleja. Hay que revisar todos los detalles y armar un puzle que sea respetuoso, que refleje claramente lo que queremos contar y que, a la vez, resulte interesante para el público.

Sin ánimo de desvelar nada, lo que vais a ver es algo absolutamente nuevo e impactante. Tenemos tantas ganas de poder enseñarlo… Así que, como nos queda mucho trabajo por delante, volvemos a ponernos manos a la obra.