Es un hecho: ¡Sin clientes no hay trata de personas!

Tal como decía la semana pasada Charo Izquierdo, «el 80% de las mujeres que ejercen la prostitución no la ejercen libremente».

De la misma forma, dos expertos mejicanos, Elvira Madrid y Jaime Montejo, después de participar en un congreso en Bangkok de la Alianza Internacional contra la Trata, explicaban a los medios la diferencia entre trabajo sexual y trata de personas.

«El trabajo sexual es una persona adulta que entra por su propia voluntad y que defiende sus derechos humanos; las personas objeto de trata son, generalmente, menores de edad; aunque a veces hay adultos que las enamoran, las venden, las engañan con promesas de equis empleo y al final las llevan a una esquina, ¿no? Esas dos cosas son totalmente diferentes», afirmaban.

Y es que hay que tener muy clara la diferencia, ya que el delito no está en el ejercicio libre de la prostitución, sino en la utilización y explotación de seres humanos, con una gran mayoría de menores de edad, para lucrarse hasta el punto de convertirlo en el tercer negocio más importante del mundo en recaudación, detrás de la compra y venta de armamentos, y el tráfico de drogas.

Por ello, muchas de las campañas de sensibilización apuntan al potencial cliente, a quien pide o busca vírgenes para su satisfacción, a quienes no se paran a pensar en la historia humana detrás del cuerpo que utilizan para su disfrute.

Muchas de estas personas, utilizadas para la explotación sexual, para el tráfico de órganos, para el entretenimiento adulto no institucionalizado o para los trabajos en precarias condiciones (incluso forzados), han llegado donde están no por vocación, sino porque han sido engañadas, anuladas psicológicamente y amenazadas, sufriendo constantes vejaciones y acumulando deudas que crecen a diario para someterlas en su posición de víctimas de la trata de personas. “Por la gravedad de la situación, está demás recalcar que las víctimas de abuso y trata de personas, están bajo constante tortura psicológica a través de las continuas amenazas recibidas por parte de los tratantes”, dijo Ana María Baiardi, ministra de la Mujer de Paraguay.

De esta forma, la trata de personas es definida como «una problemática multicausal, en la que interactúan una serie de factores económicos, sociales, culturales, políticos y ambientales, lo que influyen y convierten en presas fáciles a las personas en situación de vulnerabilidad. Es un crimen que atenta contra los derechos humanos, especialmente contra la vida, la dignidad, la seguridad, la libertad e integridad de las personas», según recoge el portal Ella.com.py.

No caigas en las redes de la trata como cliente y no permitas que más personas sean víctimas de un destino que nunca, ni en su peor pesadilla, habían imaginado ni deseado. ¡Sin clientes no hay trata!