Trata de personas: 24 horas de esclavitud en pleno siglo XXI

Jorge Plasencia, estudiante de la Universidad Carlos III (Madrid)

Hoy he asistido a la proyección del documental Chicas Nuevas 24 Horas en el que se denuncia el tráfico de mujeres para su explotación sexual en España y en diversos países latinoamericanos.

En este reportaje aparecían testimonios reales de varias mujeres que habían sufrido en sus propias pieles la tragedia que conlleva la trata de mujeres. Escuchando en primera persona cuan doloroso y aterrador puede llegar a ser la desgracia de la denominada esclavitud moderna, es cuando te paras a pensar y llegas a la conclusión de que algo está fallando en nuestro sistema. Y digo nuestro sistema, porque no penséis que el hecho de localizar el drama fuera de nuestras fronteras, en países como Argentina, Perú, Paraguay o Colombia no nos hace partícipes de este problema, porque si alguna impresión ha calado hondo en mí después de visionar este documental, es que España no es ajena ni mucho menos al asunto que nos concierne, sino que lo vivimos día a día en nuestras calles. Solo tenemos que darnos un paseo por los núcleos de explotación sexual para ver cómo se cumple la jerarquía de poder, extorsión y violencia en contra de los derechos humanos de estas mujeres obligadas a ejercer la prostitución. Por todo ello, ahora más que nunca es el momento de alzar la voz, de luchar en contra de este atropello contra la dignidad de estas personas que han sido engañadas y maltratadas desde que fueron captadas por las mafias que operan en sus países de origen.

El tráfico humano, que va directamente relacionado con la prostitución, es el tercer negocio más lucrativo del mundo. Mueve unos 32.000 millones de dólares al año, pero detrás de estas cifras monetarias, se encuentran datos aún más demoledores y es que 4,5 millones de mujeres y niñas son
víctimas de este comercio.

No me olvido de que estamos hablando de vidas humanas, de las que verdaderos sistemas mafiosos se lucran utilizándolas como si fueran materias primas. No hay que ser economista para entender que la ley que propicia todo esto es la de la oferta y la demanda, es decir, la oferta es la cantidad de bien o servicio que el vendedor pone a la venta (las mujeres ofrecidas) y la demanda es la cantidad de un bien o servicio que la gente desea adquirir (los hombres que las demandan). Teniendo en cuenta que España se encuentra en la tercera posición en el ranking de hombres que pagan por sexo (solo por detrás de Tailandia y Puerto Rico) y que los clubes de alterne mueven la escalofriante cifra de 5 millones de euros al día, aceptamos que, por desgracia e indiscutiblemente, el mercado está al alza en nuestro país.

Asimismo, los medios de comunicación no ayudan a la hora de sensibilizar a la audiencia de este problema social, quizás por los 40 millones de euros anuales que recauda la prensa gracias a los anuncios de contactos sexuales, dicho de otro modo, no interesa. Además, cuando se nos informa de que ha habido una redada, las imágenes que se emiten normalmente son las de mujeres semidesnudas, calzando plataformas de vértigo y esperando sentadas al lado de una sombría barrra a que los policías procedan a la detención de sus captores, quienes normalmente salen impunes de cualquier delito que se les impute. Por lo que se puede deducir que no asistimos a la proyección de una noticia, sino a la desnudez de los derechos humanos más irrefutables alimentando una sed de amarillismo periodístico.

Sin darnos cuenta, la feminización de la pobreza está cada vez más extendida, desde que se acuñó este término en los años 70, la violencia ejercida sobre las mujeres y niñas sometidas al tráfico humano está relacionada con su origen humilde y el entorno desestructurado que las acompaña. Mujeres y niñas que son explotadas de sol a sol y de domingo a domingo. En jornadas de hasta 15 horas sin parar y con una “clientela” de hasta 40 hombres por noche según alguno de los testimonios que aparecen en este reportaje. Se convierten en seres sin identidad, puesto que se les arrebata el pasaporte y se les amenaza con atacar a sus seres queridos si deciden denunciar la odisea que están viviendo.

Es lógico que sea un negocio rentable, ellas cargan a sus espaldas todos sus gastos. Gastos que se les descuentan de esa ínfima parte que al final tienen por salario, además de estar bajo el yugo de un “sistema” de multas que las hará culpables y tendrán que pagar por el motivo más ridículo que podáis imaginar.

Como todo mercado que conozcáis, se necesita de una constante novedad para satisfacer las necesidades de un público cada vez más selectivo y ¿Cuál es la novedad en este negocio? Las menores de edad vírgenes, la crème de la crème de un postre amargo para cualquier ciudadano con dos dedos de frente.

Soy hombre, estudiante de 19 años y apoyo esta causa completamente. La trata de seres humanos no distingue de sexo, raza, orígen, edad o religión. Tenemos que transmitir el mensaje de lucha en contra de esta lacra. Recuerda que si no hubiera demanda no habría mercado.

No pienses que eres mejor hombre por tener sexo de pago al terminar la fiesta un sábado por la noche. A lo mejor te sentirás guay contándolo entre tu grupo de amigos, pero para una gran parte de la sociedad,  solo serás un cobarde.

Recuerda: no es algo que suceda en la capital del Perú aisladamente, sino que es algo que ESTÁ OCURRIENDO en el polígono de tu ciudad o en la plaza de tu pueblo en este preciso instante. No hagas oídos sordos y alcemos la voz en contra de la trata de mujeres, si el destino lo hubiera querido, detrás de esas cifras podrían estar tu madre, pareja, tía, hermana o hija.