Charo Izquierdo: «Una experiencia que te cambia la vida»

Por Charo Izquierdo

Nada puede ser igual después de escribir una novela. Lo imaginaba antes. Lo constato ahora. La experiencia de haber viajado con el equipo de rodaje de Chicas Nuevas 24 horas a Perú, para documentar parte de la historia, que está basada en un personaje de la cinta, de ver trabajar a Mabel Lozano como directora, de entender mejor el negocio de la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual… todo eso ha cambiado mi vida.

Ahora que han pasado unos meses desde que volvimos de aquel viaje puedo narrar mi rabia, la impotencia que produce saber que el tráfico de niñas no es un acontecimiento que atañe solo a ese país, sino que en Latinoamérica hay aproximadamente 2 millones de niños y adolescentes víctimas de tráfico con fines de explotación sexual y laboral.

Ahora puedo explicar mi sensación de injusticia, la que tiene que ver con el lugar en el que hemos nacido, que marca tantas diferencias entre las existencias de unos y de otros, como si de verdad pudiera decirse que la vida en algunos lugares vale menos, de partida, más allá de lo que el devenir de la existencia pueda arreglar. Y si ser consciente de esa brecha es especialmente doloroso, recorrer compartiendo el sufrimiento ajeno es un viaje a las cavernas de los sentimientos.

Volví del viaje queriendo más a los niños como universo, tras descubrir la realidad de que allí de donde veníamos valían menos, que allí de donde veníamos la infancia duraba menos y los chavales y las chavalas de 12, de 13, de 14 años podían marchar a trabajar convirtiendo ese hecho, en lugar de en drama (como imaginaba yo que supondría en el entorno de quienes participábamos en el rodaje), en alivio para la familia, en cuota elevada de sustento, no solo en una boca menos, sino en una apoyo importante para la supervivencia, a veces la única.

Durante estos meses he recordado los cuentos macabros de la infancia, en los que los padres abandonaban a los niños en los brazos de las brujas, de los ogros, de quienes “prometieran” que “cuidarían” de sus hijos a cambio de unas monedas. Haciendo la novela, he reconocido que si los Grimm escribieran en la actualidad, probablemente se inspirarían para alguno de sus cuentos en la historia de estas niñas a quienes sus padres permiten ir a trabajar a lugares recónditos, no sé si con o sin sospecha de que las labores ofrecidas no se corresponderán nunca con la realidad, a lugares que les alejan de ellos para siempre.

Puede que incluso se inspiraran en la situación más cruda aún de las familias que directamente venden a sus hijos sabiendo que el final del cuento será que las niñas deban acostarse con diez o doce tipos cada noche, y que los niños trabajen en las mismas condiciones de semi esclavitud o esclavitud en las que vivirán ellas.