“He pasado en prisión cierto tiempo. He conocido a numerosos hombres que se sintieron motivados a ejercer la violencia, como yo. Sin excepción, todos y cada uno de ellos estaban influenciados y consumidos por su adicción a la pornografía”.
Estas fueron las últimas declaraciones del asesino en serie Theodore “Ted” Robert Cowell Bundy en la ultima entrevista que concedió justo antes de ser ejecutado en la silla eléctrica, acusado por los brutales asesinatos de 36 mujeres en Estados Unidos.
Jorge Ignacio Palma, treinta y nueve años, natural de Colombia, con antecedentes penales por tráfico de drogas, en el momento de cometer presuntamente los asesinatos de Arlene Ramos, Lady Marcela Vargas y Marta Calvo se encontraba en situación de libertad condicional y con una orden de expulsión desde 2017.
Palma, un narcotraficante afincado en Valencia, en tan solo cinco meses se vio involucrado en los homicidios de estas tres mujeres, aunque la policía española no relacionó ninguna de estas muertes a pesar de las circunstancias tan parecidas, por su condición de mujeres prostituidas: fiesta de sexo y cocaína con resultados mortales para todas.
El juez y la policía en dos ocasiones archivaron el caso y le dejaron escapar, a pesar de que se le identificó con su primera víctima.
Más tarde sería el propio Jorge Ignacio Palma, tras presentarse él mismo en el cuartel de la Guardia Civil, quien confesaría haber descuartizado el cadáver de la joven de 25 años, Marta Calvo, para más tarde arrojarlo a la basura en diez contenedores distintos. Su historia contaba que lo había hecho tras el fallecimiento de esta “de manera accidental” después de una juerga de sexo y cocaína. En diciembre de 2019 ingresó en la cárcel de Picasen (Valencia).
Arliene Ramos
Cuando Arliene aceptó pasar con el último “cliente”, debió pensar que, en realidad, sería el último hombre que alquilaría su cuerpo por esa noche, pero nunca que se trataría literalmente del último.
Arliene era brasileña, tenía 32 años, y ejercía la prostitución en un local a las afueras de Valencia. Esa fatídica noche pasó a última hora a la habitación con un joven colombiano que había insistido en realizar una “fiesta blanca”, sexo con el consumo de cocaína o cristal… Lo que pasó dentro de aquel cuarto tan solo lo podría contar el alquilador del cuerpo de Arliene.
La sobredosis de droga le indujo un coma a la mujer del que nunca logró despertar. Arliene murió dos días más tarde en el hospital Malvarrosa de la capital del Turia. El caso quedó archivado como “juego sexual entre dos personas adultas”.
Lamentablemente los muertos no pueden defenderse.
Lady Marcela Vargas
Lady era una joven colombiana de 26 años. Ejercía la prostitución en un local de alterne de Valencia para sacar adelante a sus dos niños pequeños y a su madre que también estaba a su cargo.
Cuentan las compañeras del prostíbulo que esa noche era muy tranquila, demasiado, apenas entraron hombres, aunque Lady, por suerte, había apalabrado por teléfono un “cliente”.
El joven prostituyente que pasó a la habitación con Lady debía ser un hombre tranquilo, ya que ninguna de sus compañeras en las horas que estuvieron dentro del cuarto escucharon ruido alguno.
Fue casi con las luces del alba que el hombre abandonó la habitación y el local con bastante prisa. A la mañana siguiente, sus compañeras horrorizadas descubrieron el cuerpo de Lady desnudo sobre la cama. Estaba muerta.
El Samur determinó que la defunción fue a causa de una sobredosis. Cocaína en roca de extrema pureza impregnada en sus genitales, cuya absorción es casi inmediata. Los efectos para Lady habían sido mortales.
Marta Calvo
Marta Calvo tenía 25 años y era española. Conoció al presunto asesino en serie, Jorge Ignacio Palma, a través de una página de contactos. Un joven elegante, bien parecido y con mucha labia, por lo que Marta accedió a acudir al domicilio de Palma, una casa alquilada en la localidad valenciana de Manuel.
El asesino, en su declaración a la Guardia Civil, contaba que, después de una noche de fiesta blanca, se encontró a la mañana siguiente a Marta Calvo muerta debido, por lo visto, a los efectos de las drogas. El criminal decidió limpiar su piso del cadáver de la joven procediendo a descuartizarla. Diseccionó el cuerpo en diez trozos para, más tarde, repartirlos por diferentes contenedores de basura. A su regreso a casa desinfectó pulcramente todo con lejía.
Días después, Palma se enteraría que Marta Calvo había compartido a tiempo real con su madre la ubicación de la casa donde estaba esa noche. Ese fue el motivo por el cual el descuartizador se entregó a la Guardia Civil.
La alarma social que creó el brutal asesinato de la española Marta Calvo ha propiciado la reactivación no solo de los asesinatos de Arliene y Lady que se mantenían en un doloroso silencio, con las causas archivadas, sino de otros posibles casos de mujeres muertas en las mismas circunstancias que las anteriores, en Cataluña, Madrid e Italia, ciudades por las que se movió Jorge Ignacio Palma, el depredador sexual que captaba a sus futuras víctimas a través de páginas de contactos.
#AquíEstamosArlieneLadyMarta